Es ineludible reconocer que el verdadero éxito no se mide por cuán lejos hayas llegado o por la cantidad de dinero que poseas. Tampoco se define por los bienes materiales que hayas acumulado a lo largo del tiempo. El éxito real radica en la capacidad de conquistarte a ti mismo. En la sociedad, encontramos a personas que parecen tenerlo todo: reconocimientos, prestigio y un estatus envidiable. Sin embargo, al examinarlos, descubrimos que lo que aún no han logrado conquistar es su propio corazón. No han podido perdonar, ni ser perdonados, y en muchos casos, ni siquiera han sido capaces de perdonarse a sí mismos. Desde una perspectiva científica, el corazón se considera simplemente el órgano vital que bombea sangre al cuerpo, y si cesa su función, la vida se extingue. Sin embargo, desde un enfoque filosófico y espiritual, el corazón simboliza el centro de nuestra alma. En las Escrituras, particularmente en Proverbios 4:23, se nos instruye:: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida