En la cálida y vibrante ciudad de Choluteca, se tejen historias y leyendas que han pasado de generación en generación, llenando los corazones de sus habitantes con fe y asombro. Entre todas estas narraciones, destaca la de una pequeña y milagrosa Virgencita, cuya presencia ha dejado una huella imborrable en la comunidad. Se dice que su primera aparición fue en la Poza de La Virgen del Río Grande, también conocido como el Río Choluteca. Desde entonces, su figura ha sido un faro de esperanza y milagros para todos aquellos que buscan consuelo y protección. Las historias cuentan que, en más de una ocasión, la Virgencita ha desaparecido misteriosamente del altar de la majestuosa Iglesia Catedral, solo para reaparecer con el cabello mojado y arena en sus pies, como si hubiera estado caminando por las orillas del mar. A veces, incluso se encuentran pequeñas conchas marinas y perlas en su altar, testigos silenciosos de sus enigmáticas travesías. Los más devotos aseguran haberla visto pastoreando su ganado en las verdes praderas cercanas al mar, frente al imponente Golfo de Fonseca. Estas visiones, cargadas de misticismo y devoción, han fortalecido la fe de un pueblo que encuentra en su Virgencita un símbolo de amor, protección y milagros cotidianos. Este relato es una humilde ofrenda que Azucena Ordoñez Rodas, dedica a esa fe inquebrantable y a las maravillas que la Virgencita ha obrado en la vida de quienes la veneran. Que estas páginas sean un reflejo de la esperanza y la devoción que ella inspira en los corazones de todos los que la conocen. Este libro es una recopilación de historias que han sido transmitidas de generación en generación, cada una de ellas reflejando la profunda conexión entre la Virgencita y el pueblo de Choluteca. Desde su primera aparición en la Poza de La Virgen del Río Grande hasta sus misteriosas ausencias del altar de la Iglesia Catedral, estas narraciones capturan la esencia de una fe viva y palpitante. A través de estas páginas, los lectores serán transportados a un mundo donde lo divino se manifiesta en lo cotidiano, y donde la Virgencita no solo es una figura de veneración, sino también una presencia cercana y protectora. Las historias de sus apariciones, sus milagros y las visiones de ella pastoreando su ganado en las praderas cercanas al Golfo de Fonseca, son testimonio de una devoción que ha perdurado a lo largo del tiempo.