Las cortes de la muerte, atribuido a Lope de Vega, es un auto sacramental que ofrece una experiencia teatral única. En lugar de enfocarse en una trama dinámica y un desarrollo de personajes convencionales, la obra se destaca por su tono estático y su limitada acción dramática. El núcleo de la obra está compuesto por cuatro parlamentos, cada uno conformado por una secuencia extensa de versos. Esta estructura particular le da a la obra una atmósfera casi meditativa, donde los parlamentos se convierten en los protagonistas.
Lo que a primera vista podría parecer una debilidad -la falta de acción- en realidad se convierte en una de las fortalezas más distintivas de Las cortes de la muerte. La escasez de acción permite que el texto se adentre profundamente en temas filosóficos y espirituales, creando un ambiente introspectivo que invita al público a reflexionar sobre los temas tratados.
El interés crítico que genera esta obra se ve aumentado por su mención en la Segunda parte del Quijote de Cervantes. Cuando el caballero andante se topa con el carro de los representantes de la compañía de Angulo el Malo, la mención de Las cortes de la muerte eleva la obra, vinculándola con uno de los textos más estudiados y admirados de la literatura española.
Este auto sacramental es, por tanto, más que una simple obra teatral; es una pieza que desafía las convenciones del género y ofrece una experiencia de contemplación y reflexión. Su tono estático y su foco en los parlamentos le confieren un carácter distintivo que lo distingue de otras obras de la época. "Las cortes de la muerte" es una obra que, lejos de quedarse en la mera representación, aspira a ser un espacio de encuentro entre el espectador y las grandes preguntas de la existencia.