Desde muy temprano, todos nos vemos arrastrados a creer en los pilares de la felicidad. Entre ellos, se encuentran la creencia de que ciertos logros en la edad adulta, como el matrimonio y los hijos, el trabajo o la riqueza, nos harán felices, mientras que ciertos fracasos o dificultades (problemas de salud y estar soltero durante un período prolongado, así como tener menos dinero) podrían hacernos infelices. Desafortunadamente, esta noción simplista de la felicidad sigue vigente a pesar de que existen pruebas sustanciales que sugieren lo contrario.
Otro concepto erróneo sobre la felicidad es la creencia de que solo encontraré satisfacción una vez que logre ciertas metas, como obtener un ascenso, declarar en voz alta mi orientación sexual, tener hijos o volverme rico. Si bien esas metas pueden hacernos más felices en ciertos casos, su logro no lo garantiza; lo más probable es que definitivamente resulte en felicidad para todos nosotros. Sin embargo, incluso el cumplimiento inicial de las metas puede no traernos tanta felicidad con el tiempo como esperábamos. Por lo tanto, si lograrlas no nos brinda la satisfacción que esperábamos, es probable que sea un indicador de que algo anda mal en nuestras vidas o de que ese sentimiento es exclusivo de nosotros.
Uno de los mitos más extendidos y negativos sobre la felicidad es el de "no puedo estar satisfecho", que nos lleva a reaccionar exageradamente cuando nos sucede algo malo. A veces, nuestra respuesta puede llegar a ser demasiado intensa. A veces, sentimos que nuestras vidas nunca serán verdaderamente satisfactorias; o al menos no como solíamos vivirlas antes de alcanzar ciertas metas y alcanzar metas que no eran tan agradables; mi relación está en crisis, he alcanzado mis metas pero todavía me siento insatisfecho, mi trabajo ya no me brinda placer, los resultados de los exámenes son positivos; pero esto nunca debería suceder. ¡Acepten mis más sinceras disculpas si esto le sucede a alguno de ustedes! Lo que me gustaría transmitir con este libro es la realidad de que nuestras acciones, más que las circunstancias, determinarán sus resultados. Si bien ciertos desafíos pueden parecer que alteran nuestras vidas indefinidamente, en última instancia, nuestras respuestas son las que determinan los resultados. Las reacciones iniciales son las que convierten los cambios de los eventos en crisis, no su naturaleza normal y prevista. Nuestras respuestas iniciales nos llevan a seleccionar respuestas dramáticas y potencialmente destructivas.