Los intereses creados es una de las obras teatrales más conocidas de Jacinto Benavente. Tiene el subtítulo de comedia de polichinelas en dos actos, tres cuadros y un prólogo. Se estrenó el 9 de diciembre de 1907 en el madrileño Teatro Lara. Según apuntó el literato Dámaso Alonso, la fuente de inspiración de esta obra fue El Caballero de Illescas de Lope de Vega.
Los intereses creados tiene el tono de una obra picaresca con aliento clásico. Jacinto Benavente construye una trama divertida y rápida. Relata la historia de dos personajes (Leandro y Crispín) quienes llegan a una ciudad y, timo tras timo, consiguen convertirse en próceres locales.
Los intereses creados parodia el mito de cómo se consigue poder y notoriedad. Aquí se forjan falsas alianzas que sirven para que otros aprecien el talento, la hidalguía o el buen de hacer de dos timadores. La obra se ocupa de hacer evidente que carecen de semejantes atributos.
En cierto modo disecciona la forma en que la notoriedad vana permite que seamos sobrevalorados. Hasta el punto en que, una vez hecho evidente el juego, nadie se atreve a admitir su propia frivolidad, mezquindad y vanagloria.
Se han mencionado obras de diversos autores como posibles antecedentes de esta comedia: Moliere, Regnard, Beaumarchais, Ben Jonson, Goldoni, y, claro, la comedia dell'arte. El mismo Benavente escribió
No ha faltado en torno de Los intereses creados -¿cómo no?- el mosconeo acusador de plagio. Y tan plagio. Los intereses creados es la obra que más se parece a muchas otras de todos los tiempos y de todos los países. A las comedias latinas, a las comedias del arte italiano, a muchas obras de Moliere, de Regnard, de Beaumarchais. A la que menos se parece es, justamente, a la que más dijeron que se parecía, al Volpone original de Ben Jonson.