Eloísa ama la música, pero como su familia es muy humilde, solo puede escuchar los ritmos y melodías que entran cuando abre su ventana. Pajaritos y gatos, con sus voces, entonan coros a diario, y canciones de la radio del vecino flotan en el aire. En la calle, los niños agitan maracas y producen ritmos con tambores bongós, un laúd, un cencerro y un güiro, en fin, una orquesta.
Los sonidos del vecindario es música suficiente para Eloísa, pero cuando su mamá se enferma y a su familia se le dificulta comprar medicinas, ¿podrá la música aliviarla del mismo modo en que consuela a Eloísa?