No podemos saber con exactitud qué actos realizó Jesús ni qué palabras pronunció. Sin embargo, en los relatos escritos que han transmitido información sobre su vida y su enseñanza, se han registrado gestos y palabras dotados de una sabiduría tan profunda que bastan por sí mismos para atestiguar la luminosa grandeza de la persona que los produjo.
A partir de la verdad intrínseca de las palabras y acciones atribuibles a Jesús, es posible exponer los elementos esenciales de su enseñanza.
Sin embargo, para comprender y hacer fecundo el cristianismo, debemos encontrar en nosotros mismos la fuente viva de la enseñanza de Jesús. Debemos superar la mediación del pensamiento dualista y redescubrir, en nuestra verdadera naturaleza, nuestra identidad con el Uno.