En las Memorias de Rafael de Nogales Méndez (1879-1937) se cuentan las aventuras que vivió en numerosos países, describiendo con deleite a sus amigos, relaciones, actividades y costumbres. Pero lo más conmovedor del texto, desde un punto de vista literario, es el posicionamiento de su voz narrativa. Al inicio de sus Memorias hace una distinción entre el aventurero y el caballero andante.
El primero es un iletrado pedante, o socialmente un caballero ocioso, fuera de combate, que no posee una carrera en particular y que siempre está buscando ingeniosamente el modo de hacer dinero, lo que para él es primordial y digno de cualquier culto, aun cuando fuese asesinato, deshonor. En cambio, el caballero es: ...un caballero de nacimiento. Para toda voluntaria o desinteresada acción audaz tiene un gesto elegante.
Y cual Quijote andante, empieza a narrarnos su aventuras...
Las Memorias son como libros de aventuras de un soldado, viajero y luchador contra distintas dictaduras y gobiernos. En ellos hay información sobre su vida y sus luchas políticas: su participación en la Primera Guerra Mundial, la invasión estadounidense a Cuba, la revolución mexicana y su amistad con Augusto César Sandino.
Haciendo honor a su lema cuando veas una guerra buena, alístate para combatir en ella.